martes, 12 de mayo de 2020

       3 AÑOS


Vamos a movernos y a hacer un poco de ejercicio. Para ello nos vamos a ayudar de los cuentos motores.
El cuento motor es un cuento jugado. Los alumnos participan, desde la actividad motriz, emulando a los personajes del propio cuento.
La esencia del cuento motor se basa en el movimiento que fomenta la exploración de las posibilidades motrices y creativas en nuestros alumnos.
Podéis leer el cuento a los niños y ellos tienen que imitar a los personajes del cuerpo y moverse como ellos y como indica el relato.



                                       HE AQUÍ EL DOMADOR



Érase una vez un niño que se llamaba…(el niño dice su nombre) y que tenía vuestra edad, más o menos. A este niño, desde que nació, desde que era pequeñito pequeñito y estaba en la barriga de su mamá, (nos agachamos y nos tumbamos simulándolo ser bebés) le gustaba jugar a ser animales. A veces hacía que era un gato (miau…miau…imita a un gato) e iba dando zarpazos; otras veces, pensaba que era un perro (guau…guau…imita a un perro). También le gustaba volar como los pájaros y arrastrarse como las serpientes. (imita pájaros, serpientes arrastrándose) ¡Y como los caracoles!, como los caracoles también, aunque eran muy lentos. (imitamos la forma de moverse y comunicarse de todos los animales)Pero los animales que más le gustaban del mundo… eran los leones (grrrrr…..). Como corrían y saltaban de un lado para otro, como se ponían a dos patas y volvían a correr. Pero sobretodo le gustaba como gruñían (nos convertimos en fieros leones).
Un día, este niño estaba con su mamá viendo la televisión, se estaba quedando dormido: bostezaba, se estiraba y se acurrucaba…cuando…¡de repente! (hacemos como si nos estuviéramos quedando dormidos) Oyó: ¡CIRCO, CIRCO! ¡VEN AL CIRCO Y DISFRUTA CON NUESTRO DOMADOR DE LEONES! ¡EL INCREIBLE, EL MÁS VALIENTE! ¡CIRCO, CIRCO!
El niño se levantó, gritó y saltó de alegría por toda la casa; cogió a su madre de la mano y se la llevó tirando hasta un asiento en la primera fila del circo, donde se sentaron a observar muy contentos (hacemos lo que nos índica el párrafo correr, saltar e imaginándonos que llevamos a nuestra mamá de la mano).
En ese mismo instante, apareció el domador con su aro y su látigo. Tiraba el aro hacia arriba y lo volvía a coger, a veces se agachaba, lo tiraba y lo recogía. Así hasta 5 veces. Daba latigazos al suelo (zas, zas, zas…) ¡e incluso lo usaba para saltar a la comba! ¡Era espectacular! (realizamos las diferentes acciones).
El domador estaba muy emocionado con su actuación; tanto, que no se dio cuenta de que un león se había escapado de su jaula y sigiloso, muy despacio y en silencio, con la boca abierta… se acercaba hacia él (en este caso hacemos como si fuésemos el león y nos comportamos acechantes)
Nuestro niño lo vio y sin dudarlo ni un momento, saltó de su asiento, se puso delante del domador y … armado de valor, miró a los ojos al león, levantó un dedo y dijo: ¡QUIETO! (imitamos al niño). El silencio reinaba en el circo. ¿Qué pasará? Se preguntaban todos. El león cerró la boca y se sentó al lado de nuestro niño. Quieto, tranquilo y con la boca cerrada. Todo el mundo aplaudió y vitoreó a nuestro héroe. Entonces, el domador, que estaba muy asustado, se quitó su traje, lo dejó en el suelo y se fue. Nuestro niño, lo recogió: se puso los pantalones, la camisa, la pajarita, y la chaqueta (hacemos como que nos vestimos). Cogió el aro y el látigo y desde entonces ha sido el mejor domador de leones del mundo. ¡Ah! ¡Hasta se dejó bigote! Ha pasado un poco el tiempo y se ha hecho mayor pero… ¿Lo queréis conocer?

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